Carta desde África

Queridos lectores:
Mi nombre es Karen Blixen y os escribo desde Kenia, que es parte
del protectorado de África Oriental del Imperio Británico, y
extiende sus dominios desde la costa hasta el lago Tanganica.













Hace unos años llegué al puerto de Mombasa cargada con todas mis
ilusiones aparte de mis valiosas pertenencias, al menos entonces así
lo creía, para iniciar una nueva vida junto a mi marido el barón
Bror Blixen.
Debo confesaros que mi ánimo se desvaneció por completo cuando
pisé la plantación que poseía mi marido en Nairobi. Pensé que
viviríamos en la metrópoli, pero no fue exactamente así.
Nuestras ricas familias decidieron ayudarnos, y aunque mi idea
inicial era construir una granja y producir leche, mi marido me
convenció de que una plantación de café sería más rentable porque
junto al té, el tabaco, o el algodón eran los productos más
demandados por los comerciantes para proveer al resto del imperio.
La construcción del ferrocarril ha hecho crecer la confianza en los
que deciden trasladarse a las colonias buscando un futuro próspero.
Y las extensas tierras parecen ofrecer grandes oportunidades.
Para trabajarlas, se contrata a los indígenas. Los kikuyus, los
kambas, los somalíes o los masai, son algunas de las tribus de las
que sacan la mano de obra para cultivar las tierras. Aunque la
esclavitud ha sido abolida desde hace un tiempo, cuando los
grandes imperios europeos, Francia, Alemania, Gran Bretaña,
Portugal, etc… decidieron repartirse este pastel tan suculento que
es África, en la Conferencia de Berlín, la verdad es que aún hoy hay
colonos que insisten en el uso de la “ley del látigo” y llevan a cabo
la explotación de personas a las que dicen contratar a cambio de un
salario, pero la realidad es que ese salario es miserable y eso está
provocando algunas manifestaciones y huelgas.
A estas personas les hemos traído progreso, es cierto, y avances
tecnológicos que no hubieran imaginado, pero también tengo que
decir que les hemos cambiado completamente su forma de vida.
Gracias a las medicinas podemos ayudarlos con muchas
enfermedades que hasta ahora los estaban matando. Pero muchos
eran nómadas que se movían libremente por sus territorios, y los
hemos obligado a trabajar en nuestras tierras como medio para
subsistir y para poder pagar los impuestos que también hemos
traído desde Europa.
Además, los habitantes de esta tierra maravillosa que nos han
acogido con respeto, sufren cada día la discriminación y el racismo
por parte de una gran parte de los colonos. La tierra no siempre da
sus frutos, debido a las condiciones climatológicas y a las largas
sequías que a veces nos azotan y eso hace que los propietarios sean
aún más crueles con los trabajadores.
Yo intento aportar mi grano de arena y devolverles un poco de
felicidad y del amor que ellos me han transmitido desde que llegué y
he creado una escuela para luchar contra el analfabetismo y
ayudarlos a tener un futuro mejor.














Muchos misioneros también han llegado desde hace tiempo para
intentar cristianizarlos, pero no han respetado que su religión tal
vez no tenga nada que ver con la nuestra.
La Gran Guerra también ha llegado hasta aquí, los hombres son
llamados a coger las armas y formar tropas auxiliares para defender
estas colonias, porque el ejército está luchando en el conflicto en
Europa.
Las mujeres también nos hemos incorporado a esta guerra y hemos
abandonado la comodidad de nuestros hogares para colaborar en la
medida de lo posible, muchas están trabajando en las fábricas de
armas o como enfermeras o cuidadoras de los soldados heridos. Esto
ha paralizado nuestra lucha por conseguir el sufragio para las
mujeres, algo de lo que tantos se han reído y por defender nuestros
derechos como personas iguales a los hombres.
Cuando todo esto acabe retomaremos nuestra lucha.
En esta tierra he conseguido ser libre y sentir la vida y espero
haberos transmitido la felicidad que me ha producido venir aquí,
pero también mi preocupación por estas personas a las que hemos
cogido sin permiso sus tierras, sus raíces, sus costumbres, su modo
de vida y se lo hemos quitado a cambio de dolor, violencia,
maltrato, y explotación.
Nos volveremos a encontrar, Karen Blixen.













Comentarios

  1. Aunque con mucho retraso, valoro que hayas finalmente desarrollado la tarea. El enfoque y el contenido de la carta son apropiados. Falta, eso sí, el comentario de las fotografías que se exigía en la formulación de la tarea que, no obstante, están bien seleccionadas. Dadas las circunstancias de retraso no justificado (no me consta justificación alguna), y valorándose con un máximo posible de 7, la calificación final es 6.

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